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YONKI SOCIETY AND THE CALL SERVICE BAND

Publicado: 2010-03-24

Recuerdo que hace 20 años los jóvenes estudiantes de la flamante carrera de mercadotecnia aprendíamos las siguientes etapas de la relación empresa – cliente: En un inicio el entusiasta empresario producía y esperaba la llegada del comprador, vino después un ciclo en que era indispensable contar con un equipo de tigres para acercar el producto al cliente, pasado este momento se entró a una etapa de auge de creativos, que atraían al cliente con la publicidad. En los noventas, ad portas de la segunda llegada del mesías ño neoliberalón, se predicaba un cambio de paradigma, la pregunta que guiaría a los empresarios ya no sería ¿cómo vender más? sino ¿cómo satisfacer mejor las necesidades del consumidor? Dios creó el marketing, él creó al consumidor y este buscó sus derechos. En la actualidad, sin embargo, vemos este principio -satisfacer las necesidades del consumidor para generar ganancias- violentado. Gracias a una simple inversión gramatical hemos pasado de un ayudarte para ayudarme a un ayudarme para ayudarte, del egoísmo refinado a un poco refinado egoísmo, y una buena muestra de esto son los Call Service.

Si en su concepción los Call Service fueron pensados para resolver los problemas de los clientes, en la actualidad son un atentado a los derechos del consumidor y un arma de estupidización social. Por un lado su comportamiento es una metáfora del carácter general de la empresa, tres ejemplos bastan: el monopolismo de Telefónica, donde hasta hace un tiempo para reclamar por el problema en el cable debías tener su servicio telefónico; la nulidad de TELMEX, donde debes perseguir a todo el staff de ventas durante meses para que te instalen el Triple Play, la hipocresía de Interbank, donde una grabación repite incansable que tu tiempo vale más que el dinero.

El Call Service puede verse como un vicio del mundo empresarial, se comporta como ese producto de la película de Larry Cohen de 1985 “The Stuff”, un estimulante que al inicio te lleva a creer en su bondad, se presenta deseable y se presta a la emulación, apareciendo incluso en publicidad masiva (Pacífico SOAT). Luego pasa con él lo que con las drogas, los mayores se las transmiten a los menores y así se infecta la parte débil del tejido socio - empresarial (la antes acogedora tiendita de mi barrio por ejemplo) y, es necesario decirlo, termina estupidizando a gente normal, que dejan de ser jóvenes medianamente inteligentes y se transforman en grabadoras humanas, hablando como máquinas, sin mayor capacidad de respuesta, reducidas sus facultades al mínimo, registrando reclamos y paporreteando formularios verbales para conseguir hamburguesas.

Ahora, si usted no está de acuerdo con lo aquí expresado y desea presentar un reclamo, espere -en línea- y no desespere que, seguramente, un representante de servicio al cliente, lo atenderá en un momento.


Escrito por

La Bodega del Chino

Me llamo Gerardo Seminario, soy antropólogo, egresado de una maestría de estudios amazónicos y ahora curso otra sobre desarrollo humano


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